Siegfried
Lu | Ma | Mi | Ju | Vi | Sá | Do |
Duración: Aproximadamente 4 horas y 55 minutos, incluyendo intermedios
Segundo día, en tres actos
Libreto de Richard Wagner
Orquesta del Teatro alla Scala
Nueva producción del Teatro alla Scala
Argumento
Acto I
Mime, hermano de Alberich, se encuentra forjando una espada dentro de su cueva en el bosque. El enano nibelungo planea recuperar el anillo Andvarinaut para sí mismo, habiendo criado a Sigfrido para que pueda acabar con el dragón Fafner, que guarda el anillo y otros tesoros, y cumplir su deseo. Mime necesita forjar una espada para Sigfrido, pero el joven ha destruido todas las armas que se le han otorgado. Sigfrido regresa de su caminata por el bosque con un oso salvaje que ha cazado y exige su nueva espada, que rompe inmediatamente. Después del enfado de Sigfrido y un discurso cuidadosamente estudiado de Mime sobre la ingratitud de Sigfrido hacia él, Sigfrido empieza a entender por qué sigue volviendo donde Mime aunque lo desprecia: quiere saber lo que pasó a sus padres. Mime se ve obligado a explicarle que él tuvo que cuidar de Siglinda (Sieglinde) mientras daba a luz pero al final ella murió. Mime muestra los restos de la espada Nothung, que él había recibido de ella. Sigfrido le ordena que la repare, lo que no puede hacer porque el metal no se someterá a sus mejores técnicas.
Sigfrido sale de la cueva y Mime entra en un estado de desesperación, ya que las habilidades del enano no son lo suficientemente buenas como para reparar la legendaria espada. Un anciano viajero (que realmente es Wotan disfrazado) aparece repentinamente y se presenta como el Caminante. A cambio de la hospitalidad debida a un invitado, le ofrece un concurso de acertijos en el cual cada uno presentará tres y aquel que pierda dicha prueba perderá su vida. Mime acepta el reto, con el propósito de deshacerse del invitado no deseado. El enano pregunta el nombre de las razas que viven bajo la tierra, sobre ella y en el firmamento. Wotan responde, correctamente, que son los nibelungos, los gigantes y los dioses. Mime le dice al viajero que siga su camino, pero se ve obligado a jugarse su propia cabeza en tres acertijos más por haber incumplido las leyes de la hospitalidad. El anciano le hace tres preguntas: ¿Cuál es la raza más amada por Wotan pero la peor tratada? ¿Cómo se llama la espada que puede derrotar a Fafner? ¿Quién puede forjar tal espada? Mime contesta a las dos primeras cuestiones: que la raza es la de los welsungos (Wälsungen) y la espada es Nothung. Sin embargo, Mime no sabe responder a la última pregunta, pero Wotan le perdona la vida y le revela que «sólo aquel que no conoce el miedo» podrá reparar la espada, y agrega que dicha persona tomará la vida de Mime.
Sigfrido regresa y se molesta porque Mime no ha hecho progresos. Mime deduce que lo único que nunca enseñó a Sigfrido fue el miedo y que a menos que pueda instilarle temor, Sigfrido lo matará de acuerdo con la predicción del viajero. Le dice a Sigfrido que el miedo es una habilidad esencial; Sigfrido se muestra ansioso por conocer dicha emoción y por ello el enano le promete llevarlo ante Fafner, el dragón. Como Mime no puede volver a forjar Nothung, Sigfrido decide intentarlo por cuenta propia y tiene éxito al trocear el metal, fundirlo y forjarlo de nuevo. Mientras tanto, Mime prepara un veneno que usará para matar a Sigfrido en cuanto el joven haya derrotado al dragón. Después de que él acaba de forjar la espada, Sigfrido demuestra su fortaleza rompiendo con ella el yunque por la mitad.
Acto II
El Caminante (Wotan) aparece ante la entrada a la cueva de Fafner, donde Alberich también se ha sentado a esperar al dragón. Los viejos enemigos se reconocen mutuamente y Alberich declara sus planes de dominar el mundo una vez que el anillo le sea devuelto. Wotan afirma que su intención no es recuperar el anillo, sólo observar. Incluso se ofrece a despertar a Fafner de manera que Alberich pueda tratar con él. Sorpresivamente Wotan despierta a Fafner. Alberich advierte al dragón que un héroe se aproxima y este luchará contra él, y se ofrece a impedir la pelea a cambio del anillo. Fafner no le da mucha importancia, se rehúsa a entregar el anillo a Alberich y termina durmiéndose nuevamente. Wotan y Alberich se retiran.
Sigfrido y Mime llegan a la cueva al amanecer. Mime decide mantenerse a distancia mientras Sigfrido se acerca a la entrada de la cueva. Mientras el guerrero espera que el dragón aparezca, ve un ave reposando sobre un árbol. Sigfrido juguetea con el animal e intenta reproducir su canto utilizando una flauta, pero no lo consigue. Luego el héroe toca una balada con su trompa, lo cual acaba de despertar a Fafner. Después de una breve conversación, Sigfrido y Fafner luchan entre sí y Sigfrido ensarta a Fafner justo en el corazón con la legendaria Nothung.
En el último momento de su vida, Fafner descubre el nombre de Sigfrido y le advierte de una traición. Cuando Sigfrido se prepara a retirar su espada del cuerpo del dragón, se quema con la sangre y por instinto se tapa la boca con la mano. Al probar la sangre de su contrincante, descubre que puede entender lo que el ave está cantando. Sigfrido sigue las instrucciones del pájaro del bosque y así adquiere el anillo y el Tarnhelm de entre el tesoro de Fafner. Fuera de la cueva, Alberich y Mime se pelean en voz alta por el tesoro. Alberich se esconde cuando Sigfrido sale de la cueva. Mime saluda a Sigfrido; éste se queja que aún no sabe qué es el miedo. Mime no deja de aprovechar la oportunidad y ofrece al héroe una bebida envenenada. Sin embargo, la sangre del dragón permite que Sigfrido lea los pensamientos del nibelungo y, por lo tanto, el guerrero acaba con la vida de Mime.
Alberich, observando desde fuera la escena, se ríe en voz alta de manera sádica. Sigfrido entonces arroja el cuerpo de Mime a la caverna del tesoro y coloca el cuerpo de Fafner a la entrada de la caverna para bloquearla también.
El ave canta sobre una mujer que yace sobre una roca, rodeada por una llama mágica. Sigfrido decide buscar a la mujer para ver si ella le puede enseñar algo sobre el miedo.
Acto III
El Caminante se encuentra en el sendero que va hacia la roca sobre la cual yace Brunilda. Wotan llama a Erda, diosa de la tierra. Erda aparece, un tanto confundida, y es incapaz de dar un consejo. Wotan le informa que ya no teme el fin de los dioses; de hecho, es su deseo. El legado de Wotan quedará en Sigfrido el welsungo, y su hija (de Erda y Wotan), Brunilda, «juntos para mejorar el mundo». Erda se retira a la tierra.
Sigfrido llega a donde se halla Wotan (quien aún está disfrazado como un viajero) y el dios interroga al joven. Sigfrido no reconoce a su abuelo (Wotan es el padre de los padres de Sigfrido, Sigmundo y Siglinda), sus respuestas son un tanto insolentes y empieza a caminar hacia la roca de Brunilda. El viajero le bloquea el paso, pero Sigfrido destruye la lanza de Wotan con un golpe de Nothung. Wotan recoge tranquilamente los trozos de su lanza y desaparece.
Sigfrido atraviesa el aro de fuego y se postra ante Brunilda. Inicialmente cree que la figura corresponde a un hombre, pero una vez le quita la armadura, descubre que es una mujer. A la vista de la primera mujer que contempla, Sigfrido experimenta por fin el temor. Desesperado, acaba besando a Brunilda, lo cual la despierta de su sueño mágico. Dudando al principio, el amor por Sigfrido acaba de apoderarse de la valquiria, quien renuncia a todo lo relacionado al mundo de los dioses. Juntos, Sigfrido y Brunilda proclaman que portarán el amor y se reirán de la muerte.
Programa y reparto
Director: CHRISTIAN THIELEMANN
Director (21 de junio): MICHAEL GÜTTLER
Dirección escénica: DAVID MCVICAR
Escenografía: DAVID MCVICAR Y HANNAH POSTLETHWAITE
Vestuario: EMMA KINGSBURY
Iluminación: DAVID FINN
Videos y proyecciones: KATY TUCKER
Coreografía: GARETH MOLE
Maestro de artes marciales / Actuaciones circenses: DAVID GREEVES
Siegfried - Klaus Florian Vogt
Mime - Wolfgang Ablinger-Sperrhacke
Der Wanderer / Wotan - Michael Volle
Alberich - Ólafur Sigurdarson
Fafner - Ain Anger
Erda - Christa Mayer
Brünnhilde - Camilla Nylund
Teatro alla Scala
El teatro alla Scala (también conocido como La Scala) de Milán es uno de los teatros de ópera más famosos del mundo.
La temporada del teatro suele iniciarse el 7 de diciembre, día de San Ambrosio, santo patrón de Milán. Todas las funciones deben terminar antes de la medianoche; las óperas más largas deben comenzar más temprano.
Entre los más grandes directores del Gran Teatro hay que citar figuras como Arturo Toscanini, Gianandrea Gavazzeni, Claudio Abbado, Georges Prêtre, Riccardo Muti y Daniel Barenboim.